PLASTICIDAD NEURONAL
¿Es posible integrarnos? ¿Juntar o re-unir lo que parecieran pedazos rotos de nuestra corporalidad? ¿Podemos alojarnos con comodidad a nosotros mismos? ¿Qué hacer para trasmutar la pesadez del cuerpo en soltura y liviandad? ¿Cómo lograr que nuestra expresión sea coherente con nuestro sentir, que nuestro cuerpo sea reflejo del alma que nos habita? Son las preguntas que estamos recorriendo en este ciclo…
Uno de los pilares para construir la propia “comodidad” en el sentido a que nos referimos, y acceder a un “habitar-se” placentero, consistente y profundo es la conciencia puesta en los “automatismos” –los físicos, posturales y de movimiento, y también los mentales y los emocionales– y la creación de nuevas tramas neuronales.
El fundamento biológico/científico de la eutonía finca en la posibilidad, hoy ya corroborada por las neuro-ciencias, de tejer nuevas tramas neuronales. Cada vez más se habla de la plasticidad neuronal, esto es, la capacidad del sistema nervioso de adaptarse funcionalmente, y la capacidad del tejido neuronal de regenerarse en función de los cambios y en respuesta a una estimulación adecuada.
Actualmente, se acepta que las conexiones neuronales y áreas de representación cortical están continuamente remodelándose por la experiencia. El aprendizaje, adquisición y retención de tareas motoras genera cambios estructurales aun en el cerebro adulto. Esto explicaría los efectos de la práctica de eutonía: la conciencia puesta en el movimiento, las sensaciones y los cambios corporales, la búsqueda de nuevos patrones motores, la realización de micro movimientos o inclusive el “trabajo con la intención” (pensar movimientos sin hacerlos), generan cambios musculares, traducidos en descenso del tono, alivio de tensiones, aumento de la movilidad y flexibilidad, etc. Estas modificaciones del sistema muscular suponen cambios corticales –ya que ellos son previos a cualquier otro cambio–, que además, influyen en áreas cerebrales adyacentes, esto es, la proximidad entre corteza motriz y estructuras cerebrales relacionadas con el pensamiento y las emociones, hacen que los cambios en la primera tengan repercusiones en las segundas. En la práctica, por ejemplo: el descenso del tono conlleva a bajar los niveles de ansiedad; el “movimiento eutónico” provoca placer y aparece la alegría; el labrar nuevos patrones motores podría hacer emerger nuevas ideas o pensamientos.
La clave es la toma de conciencia de nuestros automatismos o “surcos neuronales”, e ir desandando esos patrones, desinhibiéndolos, para dar lugar a nuevas respuestas. No significa “borrar” toda la información sino crear nuevas vías, esto es nuevas posibilidades y el despliegue de la creatividad.
La interacción mencionada entre cuerpo y emociones, permiten impactar desde el trabajo corporal, en la fundación de nuevos recorridos neuronales que generen nuevas respuestas conductuales y emocionales, que en definitiva nos lleven a una mejor calidad de vida y despliegue personal, lo que implicará también repercusiones sociales como parte del “gran tejido humano” que somos.